Entre la emigración, que se llevó mucha mano de obra calificada, y la escasa población del país se ha notado en los últimos tiempos la falta de personal capacitado en muchos secores de la producción. El Ministerio de Trabajo debió realizar acelerados cursos para soldadores a efectos de reducir la cantidad de trabajadores extranjeros contratados por Botnia. En las nuevas plantas de paneles de Tacuarembó no hubo posibilidad de realizar esa capacitación, y las empresas trajeron personal de otros países.
Los avances tecnológicos están abriendo un panorama insospechado, poco tiempo atrás, para la minería uruguaya. Los primeros estudios realizados en la llamada falla de Lascano parecen confirmar que en Rocha hay grandes reservas de diamantes y níquel. La ya comprobada existencia de hierro en Valentines, Florida, despierta el interés de varias empresas extranjeras, entre ellas algunas Chinas, porque con los nuevos sistemas de extracción la mina sería rentable. En Tacuarembó, por su parte, hay probadas reservas de manganeso. Están, entonces, los elementos fundamentales para impulsar la industria siderúrgica. Las arenas negras de Aguas Dulces igualmente esperan su turno. Además, hay pedidos para investigar posibles yacimientos de uranio.
La apertura al sector privado de la generación eléctrica y de la elaboración de biocombustibles comienza a ser una realidad.
Tarde o temprano, con el desarrollo portuario que se está impulsando, la industria naviera deberá crecer. Los astilleros Tsakos y la Armada ya construyen barcazas para transportar pasta de celulosa. La Hidrovía entre Nueva Palmira y Bolivia será realidad ante el aumento de los precios del petróleo.
Son todos nuevos campos que requerirán, algunos ya lo están demadando, técnicos y mano de obra especializada. Un somero repaso de los programas de la Universidad de la República y de la UTU demuestran que, sobre todo para la capacitación desde algo más de mediano nivel hacia abajo, la oferta de la enseñanza pública es insuficiente. Alegremente, entre debates estériles, se le está haciendo el campo orégano a la enseñanza privada, a la cual no todos pueden acceder.
Es posible que haya llegado la hora de pensar en la creación de nuevas universidades públicas, para abrir al pluralismo la enseñanza y la investigación oficiales, y de verdaderos institutos politécnicos que sirvan para jerarquizar y diversificar profesiones y oficios.
En este sentido, es urgente que la enseñanza publica se ponga las pilas.
Hasta la próxima.
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