La capacidad de dudar y la de asombrarse son algunos de los motores que mueven el mundo. En Uruguay, lamentablemente, vivimos de las certezas. Y así nos va. En casi todos los planos de la vida nos cuesta cambiar. Aunque el mundo a nuestro alrededor cambie, seguimos aferrados a concepciones e ideas que obstaculizan las transformaciones que precisa el país. Y esto se da en la gente de derecha y en la de izquierda. En el primer grupo, por razones obvias. En el segundo, porque dominan los corporativismos y estrechos y perimidos esquemas. Esto ya lo sabe bien el primer gobierno de izquierda, que ha sufrido una conflictividad sindical impensable en 2004. Y eso que ha habido recuperación salarial, crecimiento del empleo y se aprobó el fuero sindical, con medidas que equilibraron una balanza que durante años estuvo a favor de las patronales.
Por ejemplo, en el Sindicato Médico del Uruguay domina la izquierda. Pero muchos médicos izquierdistas son, a la vez, empresarios. Entonces, no quieren que se les controle las horas que trabajan en Salud Pública y ponen trabas a la creación de un sistema nacional de salud, tal como está previsto en el programa del Frente Amplio.
En casi todo el mundo las nuevas tecnologías permiten tener Internet con una velocidad de un mega o más, televisión para abonados y telefonía, todo junto, a precios que oscilan entre 20 y 40 dólares. La tecnología hizo trizas los monopolios en las telecomunicaciones. Pero ANTEL y su sindicato aún no se enteraron y aquí pagamos todo por separado con tarifas muy altas.
El gobierno se propone que todos los niños tengan su computadora, en algo que en la educación podría ser una revolución similar a la vareliana, pero el gremio de los maestros comienza a oponerse con argumentos incomprensibles.
Algunos sectores industriales tienen capacidad para generar electricidad, pero, según se ha denunciado, los gerentes de UTE inventan una traba tras otra para impedir que se produzca esa energía y apenas se hace un llamado para comprar ridículas cantidades, que no son acordes con la crisis que sufre Uruguay en esta materia.
Algo similar pasaría en ANCAP ante la posibilidad de traer gas licuado en barco, con los escollos para permitir que los vehículos usen este combustible más barato y menos contaminante y para que se autorice la importación libre de combustibles a precios mucho más reducidos. Mientras tanto, seguimos esperando que Chávez nos reforme y amplíe la refinería.
En ambos entes, los gerentes y los sindicatos, de izquierda, no quieren perder sus cuotitas de poder.
No quiero pensar qué va a pasar con la anunciada reforma del Estado. El portero que gana 20.000 pesos ¿aceptará que su sueldo se congele por algún tiempo para que los maestros, profesores y policías puedan ser dignamente remunerados? ¿Y los funcionarios del Palacio Legislativo? No dudo que el portero necesita los 20.000 pesos. ¿Pero podemos dejar al otro grupo con sueldos de hambre? ¿A los que educan a nuestros hijos y a los que, al menos en teoría, nos protegen? ¿Dónde está la solidaridad que pregonan muchos que se definen como izquierdistas?
La lista de ejemplos de paralizante e insolidario corporativismo sería muy larga. Que la derecha siga con sus viejos esquemas no debe extrañar a nadie. Pero que la izquierda uruguaya sea uno de los principales bastiones del conservadurismo, es para desesperarse.
Este blog pretende ser una herramienta para romper esquemas paralizantes, impulsar a que la cabeza funcione con libertad y sin prejuicios, para combatir los corporativismos que perjudican a toda la sociedad y para poner todo en duda. Porque en un mundo que va a velocidad vertiginosa, todo tiene que ser puesto entre paréntesis. Para ver lo bueno y lo malo y, en consecuencia, adaptar los primero a nuestras necesidades y rechazar lo segundo. En definitiva, para poner todo en tela de juicio, desde la globalización hasta los localismos xenófobos o de cortas miras; desde la insolidaridad estructural de los corporativismos, hasta las tonterías que se plantean como si fuesen dogmas religiosos. Creo que vale la pena emprender esta tarea.
Hasta la próxima
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