martes, 17 de julio de 2007

Una pulseada para alquilar balcones

Los corporativismos se ensoberbecen a medida que el gobierno quiere avanzar en su programa de reformas y adoptan prácticas que cada vez se acercan más a las de los piqueteros argentinos. Los ámbitos de negociación se difuminan, o no se respetan, y la intolerancia y la violencia son día a día más frecuentes.
En este plano, fue brillante la parada de carro que Tabaré Vázquez le hizo a la gente de COFE, que fue con sus reclamos a Vergara. Encaró a los manifestantes llegados de Montevideo, y palabra más, palabra menos, les dijo: "Estamos aquí para oír los planteos de los habitantes de Vergara, que no tienen muchos ámbitos para expresarse. Ustedes sí los tienen, hablamos después en Montevideo, porque ahora lo que corresponde es escuchar a la gente de Vegara".
Al ir a esa localidad de Treinta y Tres, los muchachos de COFE estuvieron más desubicados que Adán en el día de la madre. Pero quedaron mucho más en el aire con la parada de carro del presidente, y se tuvieron que volver con el rabo entre las patas.
Pocas horas después, en Montevideo, una horda (¿cómo más se la puede calificar?) de ADEOM irrumpió ruidosamente en la reunión del gabinete municipal. ¿Para qué pedir una reunión para tratar sus inquietudes? Les pareció mejor método usar el factor sorpresa y ejercer una presión muy cercana a la violencia.
¿Qué pretende ADEOM? Que la Intendencia presupueste, o sea, que transforme en empleados públicos, a un grupo de personas que fue contratada en forma temporal. Esos trabajadores sabían cuáles eran las reglas del juego, y las aceptaron. Situaciones similares se dan todos los días en el sector privado, y los trabajadores a los que se les vence el contrato saben que su continuidad depende de las necesidades o de la voluntad del empleador. Ellos no tienen sindicatos violentos que pretendan cambiar lo que se acordó al comienzo de la relación laboral.
Algo peor ocurre en ANTEL con los guardahilos, que eran empleados de una empresa privada que terminó su relación contractual con el ente. Digo peor porque esos trabajadores nunca tuvieron un vínculo laboral con el organismo estatal y nunca fueron empleados públicos. Ni siquiera por un minuto, puesto que ellos dependían de una empresa privada que había contratado con ANTEL. Pero SUTEL quiere que se sumen al ejército de los funcionarios.
Estos hechos demuetran las dificultades que encontrará el gobierno en su mentada reforma del Estado. Será una pulseada digna de ver. Por el país, es de desear que los corporativismos, que sólo atienden a su interés particular, sean derrotados. De lo contrario, seguiremos soportando un Estado burocrático, caro e ineficiente.
Hasta la próxima.

sábado, 7 de julio de 2007

Estimada Daisy

Los chorros me agarraron de hijo, pero el problema no es solo mío. El barrio está punto de estallar y mucha gente piensa en electrificar, con carga mortal, rejas y vallas. Otros hablan de revólveres, pistolas y escopetas. Por eso, le envié esta segunda carta a la ministra del Interior.
Hasta la próxima.
Montevideo, 7 de julio de 2007

Sra. ministra del Interior,
maestra Daisy Tourné
Estimada amiga:

Permíteme un trato más confianzudo que en la carta anterior, pero lo justifica que nuestro epistolario, por ahora unilateral, parece que será cada vez más intenso.
Te cuento que los chorros que pululan por esta gran cárcel que es el límite entre la Unión y el Buceo no te dieron tiempo ni para acusar recibo de mi primera misiva: ahora me robaron el otro portón, el del garaje. No me explico que atractivo tienen mis portones, viejos y necesitados de una mano de pintura, para los ladrones nocturnos. Quizá representen una o dos dosis de pasta base en las ferias de Larravide o Piedras Blancas.
También te cuento que en las últimas semanas la situación se ha tornado desesperante. Algunos vecinos hablan, directamente, de armarse, vigilar y “meterles chumbos” a los delincuentes. Otros dicen que si la cosa sigue así, por las noches conectarán cables de 220 voltios a las rejas y a las cercas. Trato de disuadirlos, porque esas respuestas no me parecen las adecuadas, pero ellas ganan terreno y sus consecuencias, si se aplican, pueden ser muy graves.
A mi esposa y a mí nos seduce la solución de un vecino que vive justo frente a casa: ha rodeado la suya con un grueso muro de alrededor de tres metros de altura, coronado con vidrios puntiagudos. Esa familia, que ahora me recuerda a los ex berlineses orientales, a los palestinos y a los mexicanos, perderá vista y sol, pero ganará en seguridad.
Para nosotros, con jubilaciones topeadas por el estafador sistema de seguridad social uruguayo, rodear la casa con un muro similar se nos hace cuesta arriba. Pero podríamos comprar los materiales y pagar los jornales si nos apretamos (más que ahora) el cinturón durante unos cuantos meses. El problema es que, con toda seguridad, aparecerá el señor Murro con la exigencia de que cumplamos con el absurdo sistema previsional que rige en la industria de la construcción. Entonces, nos será imposible levantar el muro.
En este sentido, voy a abusar de nuestra incipiente amistad para que hagas de mensajera del siguiente pedido, dirigido al mismo Murro, la DGI y las intendencias: que no se graven los materiales, jornales y permisos para obras destinadas a aumentar la seguridad de los vecinos. Si el Estado no puede protegernos, a pesar de los impuestos que pagamos, me parece justo que se nos otorgue facilidades para hacer las obras que nos brindarán una cierta tranquilidad.
Estimada Daisy: espero no haberte aburrido con mis planteos. Ellos se justifican por la explosiva situación de este barrio, convertido en una gran cárcel, como te explicaba en la carta anterior, y que está a punto de estallar por la conducta delictiva de algunos habitantes del cantegril de Larravide e Isla de Gaspar.
Un beso y gracias por lo que puedas hacer

Carlos López Matteo
C.I.1.280.081-8

martes, 3 de julio de 2007

Ojo, que se enloqueció del todo

Ojo clientes de Bandes, trabajadores de Funsa, de la ex Cristalería y de Bella Unión. Ojo directores de ANCAP, que confiaban en Venezuela para solucionar muchos de los problemas que tiene la empresa. Quienes creyeron que Hugo Chávez podría liderar un nuevo movimiento latinoamericano capaz de implantar la justicia social y enfrentar eficazmente al imperialismo deben de estar desilusionados.
El hombre no ha entendido nada y sigue creyendo que se puede llevar el mundo por delante a golpes de chequera, prepotencia y demagogia. Después de gastar miles de millones de dólares en armas rusas, desencadenando otra carrera armamentista en la región, y de pretender establecer una alianza sudamericana con el régimen integrista de Irán sin consultar a ninguno de los países del continente, acaba de emplazar al Mercosur: o los parlamentos de Brasil y Paraguay votan el ingreso venezolano al bloque antes de setiembre, o él desiste de entrar en él.
El problema es que hace unas semanas se desbocó e insultó a los parlamentarios brasileños, y éstos, para aceptar el ingreso de Venezuela al Mercosur, exigen una disculpa. Pero Chávez parece no estar dispuesto a pedir perdón, y vuelve a demostrar que ni siquiera es capaz de aceptar las mínimas normas de cortesía en las relaciones internacionales si no se está de acuerdo con él.
El tema es muy delicado, y el gobierno, el sistema financiero y centenares de trabajadores deberían estar en un estado de máxima alerta. Si Venezuela no entra al Mercosur, seguramente guardará su chequera. ¿Qué pasará con Bandes? El banco venezolano compró a la quebrada Cofac, pero aún no obtiene ganancias. ¿Decidirá Chávez dejar de soportar pérdidas, sin esperar que el banco se consolide, y lo retirará de nuestra plaza? El golpe sobre el todavía endeble sistema financiero uruguayo será muy fuerte y peligroso, y hay que tomar previsiones.
Lo mismo debería hacer ANCAP, que desde hace dos años espera por el dinero de Chávez para modernizar la refinería. Y los trabajadores de FUNSA, de la ex Cristalería, de Bella Unión, de la planta de casas prefabricadas y de todos los emprendimientos que recibieron y reciben dinero venezolano. El chorro puede cortarse y sobre el sistema bancario y las familias de los trabajadores comienza a planear un grave riesgo. Lo del principio: ¡ojo!
Hasta la próxima.

lunes, 2 de julio de 2007

La esquizofrénica sociedad que padecemos




La siguiente carta fue enviada a la ministra del Interior. En ella se refleja el grado de disociación a la que ha llegado la sociedad uruguaya, o al menos la montevideana. Es evidente que cada vez más hay dos Montevideos, en apariencia irreconciliables. También está claro que no alcanzan los planes de emergencia ni el asistencialismo. Urge más audacia, pensar menos en los votos y los réditos políticos, y meterle diente al mayor problema que tiene el país: el de la marginación social. Antes de que sea tarde y la mayor parte de la ciudad esté formada y ocupada por marginales, porque en los cantegriles está la mayor fuerza reproductiva de Uruguay, como lo dicen las estadísticas de natalidad.
Hasta la próxima.
Montevideo, 1º de julio de 2007
Sra. ministra del Interior,
maestra Daysy Tourné
De mi consideración:
Le escribo como recluso de una de las mayores cárceles del país: la comprendida ente las calles Comercio, avenida Italia, Minnesota, Larravide y Azara. Este establecimiento penitenciario no sufre, por suerte, el hacinamiento que existe en Libertad, Santiago Vázquez y la cárcel de Maldonado, pero tiene otros graves problemas que demandan su urgente intervención.
Si usted recorre esta penitenciaría comprobará que en los últimos años se ha convertido en una mina de oro para los herreros y carpinteros, que no paran en la colocación y reparación de rejas, puertas y ventanas.
Estamos peor que los presos de otras cárceles, porque no podemos dejar nuestras celdas solas ni por 10 minutos sin riesgo de que nos roben (hasta la ropa colgada en los patios), mientras que ellos tienen salidas transitorias en las que pueden ir al cine, visitar familiares y amigos y hasta reincidir en delitos, si se les ocurre. Ellos pueden recibir visitas, pero nosotros no: familiares y amigos, después que los asaltaron o les robaron los autos, han desistido de venir a nuestro centro de reclusión.
A nuestra celda, a pesar de que tiene alarma, ya han realizado como 15 rápidas incursiones llevándose, después de realizar destrozos para entrar, todo lo que pudieron antes de que llegase la empresa de seguridad que, por cierto, es muy eficaz y en pocos minutos está en nuestro lugar de reclusión. Nuestra celda está retirada de la vereda y a su frente tenemos un jardín con cerca. ¿Puede creer, señora ministra, que en la madrugada del viernes 29 nos robaron, mientras dormíamos, el portón de entrada al jardín de 1,70 m de altura y más de 1 m de ancho? Tres o cuatro meses atrás, además, fuimos víctimas de un copamiento realizado por un tipo armado con un cuchillo. Tras ponerlo cerca de mi cuello, se conformó con llevarse una radio, como consta en la denuncia realizada en la Seccional 15.
Entre el jueves y hoy fueron destrozadas las rejas de la carnicería de Comercio y Gauna y de la farmacia de Comercio y Miguel Ángel, y un portón parecido al nuestro fue robado en Minnesota casi Rodríguez Castelao. Y estos son los hechos de los que me he enterado, porque seguramente hubo más delitos.
Como le decía antes, en esta cárcel no podemos tener salidas transitorias. Si con gran audacia las usamos, los riesgos de recorrer las calles de la penitenciaría son impresionantes. A mi esposa ya la asaltaron tres veces. No hay semana en la que no se conozcan rapiñas, casi todas ellas a mujeres. Las dos últimas a señoras de más de 80 años, una de las cuales fue arrastrada por el piso y quedó seriamente lastimada, según me comentaron algunos compañeros de prisión.
Cada vez que se comete un delito, los autores se refugian en el asentamiento de Isla de Gaspar y Larravide. Allí la Policía no entra. En los 15 años que llevo cumpliendo esta condena, nunca vi un procedimiento policial en ese lugar, a pesar de las denuncias y los testimonios respecto al sitio en el que los delincuentes se pusieron a buen resguardo. Un policía me dijo que allí era imposible entrar. Entonces, señora ministra, debo concluir en que la delincuencia tiene “zonas liberadas” a las que el poder del Estado no llega. Sé, como sin duda usted también lo sabe, que las zonas liberadas son frecuentes en la historia de los movimientos insurgentes. Pero nunca había imaginado que rapiñeros, ladrones y narcotraficantes lograran ese objetivo estratégico en Uruguay.
No quiero aburrirla, señora ministra, con lo que se han desvalorizado nuestras celdas a raíz de esta situación. Sólo le cuento que varias inmobiliarias que consulté me informaron que por aquí las cotizaciones son cuatro o cinco veces más bajas que en otras zonas de Montevideo.
Sin otro particular, y con la esperanza de que usted, como principal jerarca del sistema penitenciario, pueda empezar a resolver nuestros problemas, la saludo muy atentamente

Carlos López Matteo
Recluso Nº 1.280.081-8