miércoles, 28 de marzo de 2007

Una confusión ética y jurídica muy peligrosa

El presidente Tabaré Vázquez hizo suyo y envió al Parlamento un proyecto de ley redactado por el diputado colorado Daniel García Pintos, destinado a compensar económicamente a familiares de militares, policías y civiles víctimas de las acciones guerrilleras ocurridas en las décadas de 1960 y 1970. El objetivo es plausible: contribuir a una definitiva pacificación de los espíritus.
La iniciativa, sin embargo, equipara la violencia de la represión estatal con la violencia de los insurgentes, y eso constituye una peligrosa confusión, casi una falacia verbo-ideológica, como enseñaba Vaz Ferreira.
Desde los puntos de vista ético y jurídco ambas violencias no son iguales. La de los guerrilleros, al margen de los argumentos políticos que manejaban, significó una violación del Código Penal y como tal, en el plano estricto del derecho, demandaba ser combatida por el poder del Estado con los medios legales y constitucionales.
Pero la violencia del Estado uruguayo, en una democracia deteriorada bajo Pacheco Areco y Bordaberry hasta junio de 1973, y en dictadura sin tapujos después, sobrepasó largamente los límites jurídicos. El Estado, entonces, se transformó en delincuente mediante torturas, asesinatos y desapariciones. Y usó, para delinquir, los recursos y las armas que le habían confiado los ciudadanos.
En 1976 o 1977, organizaciones sociales pidieron al dictador argentino Carlos Rafael Videla que respetase los derechos humanos. Muy suelto de cuerpo respondió con una pregunta: ¿por qué no se exige lo mismo a los guerrilleros que roban, secuestran y matan? O sea, justificaba los robos, secuestros y asesinatos de su gobierno en acciones similares de simples particulares. La solución era la ley del Talión. Si ellos delinquen, yo también puedo hacerlo, estaba diciendo el dictador.
La solución de Videla implicaba una deliberada y criminal confusión destinada a someter a todo el pueblo argentino, a guerrilleros y a pacíficos ciudadanos por igual. Eso es inadmisible: la violencia del Estado sólo puede ser ejercida, para combatir a los delincuentes, dentro del marco jurídico.
No me opongo a que se repare a familiares de militares, policías y civiles víctimas de la guerrilla, sobre todo si quedaron en difícil situación económica. Pero lo que no cabe aceptar es que se meta a los dos tipos de violencia en la misma bolsa. Aceptarlo sería justificar que el Estado robe, secuestre y mate al margen de toda norma ética y jurídica. Y eso es muy peligroso, como bien lo sabemos los habitantes del Cono Sur.
Hasta la próxima.

viernes, 23 de marzo de 2007

¿Rubio-Tourné o Tourné-Rubio?

¿Tabaré Vázquez dejó de ser un amable componedor de las diferencias entre los sectores del Frente Amplio? ¿Decidió, por fin, liderar la acción del gobierno? Hablando en criollo ¿se puso los pantalones? ¿La recorrida por cuarteles, como hacía Pacheco Areco, tendrá algo que ver con ese supuesto nuevo papel que parece empezar a ejecutar? Me gustaría que las primeras preguntas tuviesen una respuesta positiva, y negativa la última.
Sea como fuese, la designación de Enrique Rubio, uno de los pesos pesados de la bancada frenteamplista, como diector de Planeamiento y Presupuesto es un mensaje fuerte cuyo significado ha disparado muchas especulaciones e interpretaciones. Vamos por puntos.
1) Vázquez busca un contrapeso a la figura de Astori. No me seduce esta visión, puesto que, tras las visitas de Lula y Bush, el presidente parece acercarse definitivamente a la línea del ministro de Economía y Finanzas.
2) Precisamente, porque se reforzó su afinidad con Astori, Vázquez quiere atraer a su círculo de colaboradores más cercanos a alguien, con peso en la interna frenteamplista, que últimamente se había mostrado crítico con el gobierno. Si lo tengo al lado -puede pensar el mandatario- será más fácil controlarlo, hacerle ver las dificultades que afronta el gobierno y hacerlo cambiar de actitud.
3) Vázquez quiere darle un tono más político a Planeamiento y Presupuesto porque la aplicación de las reformas del Estado y de la salud demandará una mano firme, pero también un talante articulador como el de Rubio, para hacer frente a los corporativismos que se opondrán a los cambios. Esta interpretación sí me seduce, porque el presidente tiene que saber que serán esos corporativismos, más que las divisiones en el Frente Amplio, los principales enemigos de las reformas. Y si no logra imponerlas, también lo sabe, pasará a la historia como el primer presidente izquierdista del país, pero como un fracasado. Las declaraciones de Rubio, prometiendo una activa comunicación con la opinión pública, son significativas respecto a la estrategia elegida para neutralizar a los enemigos de las reformas.
4) También se me ocurre otra posibilidad, que no es incompatible con la anterior, sino complementaria. Tabaré, en los últimos días, ha emitido signos de que no aceptará la reelección. El Frente, entonces, puede quedar sumido en una polarización, que la prensa ha visto como una lucha por la candidatura a la Presidencia entre Astori y Mujica. Es cierto que ambos ministros, en la actualidad, se necesitan mutuamente para sostener el gobierno y limar los problemas internos. Pero, en tiempos electorales, esa dupla puede romperse.
Quizás Vázquez esté buscando una alternativa. Le da a Rubio la posibilidad de lucirse y de demostrar su ejecutividad; de mostrarse como un líder ante los embates del corporativismo, que sin duda vendrán. Algo parecido se me ocurrió con el nombramiento de Tourné en Interior. Que Tabaré estaba procurando proyectar su figura más allá del Parlamento.
Entonces, contra la polarización Astori-Mujica, el presidente busca figuras de peso que la eviten. Que nadie se extrañe, si los nuevos funcionarios tienen un desempeño exitoso, una fórmula Rubio-Tourné o Tourné-Rubio.
Hasta la próxima.

martes, 13 de marzo de 2007

Por una nueva Tercera Posición

El sábado 10, como lo hago casi todos los sábados, sintonicé Tímpano, el programa de Daniel Viglietti por El Espectador. Lo dedicó a repudiar la vista de Bush a través de varias canciones de autores latinoamericanos, estadounidenses contestatarios y con alguna propia. Con todas esas letras me sentí plenamente identificado, porque ellas reflejaban verazmente los males y sufrimientos que el imperialismo yanqui ha desparramado, y desparrama, por nuestro continente y el mundo.
Horas después habló José Mujica y también compartí lo que dijo. Palabra más, palabra menos, expresó que como gobernante debía dejar de lado sus sentimientos porque recordaba que cada fin de mes los uruguayos teníamos que pagar nuestras cuentas y que cada día debíamos comer. Por eso, se olvidaba de sus sentimientos y procuraba vender a Estados Unidos todo lo que se le pudiera vender.
Max Weber se habría hecho un festín con la situación del gobierno uruguayo, al verlo aplicar su famosa distinción entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. Con acierto, Tabaré Vázquez optó por la ética de la responsabilidad, aunque Bush y el imperialismo no sean santos de su devoción.
Pasaron las horas, y entonces escuché a Chávez en Buenos Aires y al otro día en Nicaragua. Es obvio que coincido, en lo esencial, con su discurso antiimperialista. Pero no quiero el modelo de Chávez para Uruguay, ni para América Latina. No quiero presidentes vitalicios, autoritarios, violadores de los derechos humanos, demagogos y que, en gran medida, basan su poder en los altos precios del petróleo y en masas vociferantes, irracionales y manipuladas, por más que esas masas representen las más que seculares humillaciones, frustraciones, miserias y desesperanzas que padecen las grandes mayorías de este continente. Porque el camino de Chávez ya fue varias veces recorrido, aunque quizás con menos ruido, en la historia latinoamericana y siempre terminó en nuevas frustraciones y/o dictaduras.
No entiendo, después de lo que pasó y de lo que se sufrió en este país, cómo puede haber izquierdistas enamorados del modelo de Chávez. El autoritarismo nunca puede ser de izquierda. Por eso, nunca consideré como regímenes de izquierda a los de la Unión Soviética y de China Popular. Ni al de Cuba, desde que se convirtió en un sistema de partido único.
Como lo pensaba el 8 de febrero, cuando en esta página escribí el artículo titulado Una polarización indeseable, no creo que Chávez sea el espejo para mirarse en busca de una salida independiente y justa. Y tampoco, por supuesto, Estados Unidos.
Cuando el mundo era bipolar -Estados Unidos y la Unión Soviética-, en Uruguay tenía mucha fuerza en la izquierda la llamada Tercera Posición. Anarquistas e izquierdistas independientes eran sus abanderados. Los socialistas oscilaban entre el tercerismo y el prosovietismo. La Tercera Posición no era prescindente y no se limitaba a rechazar dos modelos indeseables, sino que hacía un intenso esfuerzo de reflexión en pos de un tercer camino: de ahí su nombre. El autoritarismo uruguayo, iniciado durante el gobierno de Pacheco Areco, fue uno de los impulsores, sin quererlo, de la unidad de la izquierda y de la creación del Frente Amplio. Muchos dijeron: la Unión Soviética está muy lejos, pero el imperialismo yanqui está aquí nomás, y casi toda la izquierda aceptó una coalición en la que participase el Partido Comunista, fiel ejecutor, entonces, de la política inspirada por Moscú. La Tercera Posición desapareció.
¿No será la hora de resucitarla, ahora referida al imperialismo yanqui y a Chávez? Con ese nombre, u otro que no levante previsibles resistencias, quizá sea la hora de comenzar una reflexión seria en torno a qué queremos ser (los uruguayos y los latinoamericanos) y cómo llegar al objetivo sin quedar apresados en esa polarización cada vez más indeseable.
Hasta la próxima.

lunes, 5 de marzo de 2007

¡Maravilloso!

Lunes 5, hora 0.20. Termina un fin de semana pasado por agua. Voy a la página web de la Dirección Nacional de Meteorología para saber cuánto ha llovido en las difrentes zonas del país. Como tipo del interior, siempre busco estos datos. En estos tiempos estamos de cosecha de los cultivos de verano y en plena vendimia. Además, me inquieta la situación de las represas y siempre quiero conocer cómo ha llovido en la cuenca del río Negro y de Salto Grande para arriba, hasta las nacientes del Uruguay.
Mojaditos como estamos y hartos de tanta agua, al menos en Montevideo, que nadie se moleste en ir a www.meteorología.com.uy, porque el boletín pluviométrico, al menos hoy y a esta hora, sólo dice: "No se tiene información de la Oficina de Pluviometría". Como si dicha dependencia no perteneciese a la Dirección Nacional de Meteorología, y la falta de información fuese culpa de otro organismo.
La gente del campo, los viajeros y a quien le interese el punto, por las razones que sean, que se embromen. Aunque para ellos ese sea un dato importante. ¡Es maravilloso!
Hasta la próxima.