Antes de las fiestas, las autoridades anunciaron estrictos controles en torno al cumplimiento de las normas de tránsito, con especial énfasis respecto a los conductores alcoholizados. Con razón, pues Uruguay, con relación al número de habitantes y a la cantidad de vehículos existentes, es uno de los países del mundo que tiene los mayores índices de accidentes y de mortalidad en calles y rutas. Y este tipo de siniestro es la principal causa de muerte entre los jóvenes.
El viernes 22 de diciembre, desde las 2 de la tarde en adelante, o sea cuando finalizan las despedidas en el Mercado del Puerto, restaurantes y bares, recorrí en casi toda su extensión avenida Italia, Propios, Garzón y la rambla. El sábado 23 hice lo mismo, y a la 1 y 30 de la madrugada del 25 volví de Nuevo París, donde pasé la Noche Buena, a mi casa, en el límite de la Unión y el Buceo. Lo hice por Garzón, Propios, avenida Italia y Comercio.
El viernes 29 y el sábado 30 reiteré los recorridos, agregándoles pasajes por Colonia, 18 de Julio y 8 de Octubre, aunque al nuevo año sí lo esperé en mi domicilio.
En las decenas de kilómetros que anduve por importantes vías de Montevideo, en horas de intenso movimiento, no vi un solo inspector de la Intendencia, ni un solo miembro de la Policía de Tránsito que, dicen, ha vuelto a salir a las calles con intenciones de multar. ¿Dónde quedaron los controles prometidos?
El martes 16 de enero, a las 10 de la mañana, estuve algunos minutos esperando un ómnibus en la esquina de Minnesota y Rodríguez Castelao. Conté, por la primera de esas calles, catorce conductores (todos hombres) sin el obligatorio cinturón de seguridad, y nueve que sí lo llevaban. Dejo constancia que no me fijé en taxis ni camiones, cuyos conductores rara vez se colocan el cinturón.
Al día siguiente, a la misma hora y en la misma esquina, el ómnibus tardó más de lo habitual. Quizás por eso, pude contar más autos: 32 choferes (otra vez todos hombres) sin cinturón y 18 que cumplían con la norma. Entre los primeros, uno iba hablando por el celular y otro tomaba mate. Es decir, si la matemática no me falla, el 58,69% de los que conducían un vehículo, y que yo pude ver, estaba en infracción.
Así funciona el tránsito de Montevideo: entre la falta absoluta de controles, aunque se diga lo contrario, y la violación del reglamento respectivo por un muy alto porcentaje de conductores.
En pocos días más vencerá el plazo para pagar la patente de rodados. Entonces sí, Montevideo se llenará de "zorros grises".
Hasta la próxima
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