martes, 30 de enero de 2007

Que la enseñanza pública se ponga las pilas

Entre la emigración, que se llevó mucha mano de obra calificada, y la escasa población del país se ha notado en los últimos tiempos la falta de personal capacitado en muchos secores de la producción. El Ministerio de Trabajo debió realizar acelerados cursos para soldadores a efectos de reducir la cantidad de trabajadores extranjeros contratados por Botnia. En las nuevas plantas de paneles de Tacuarembó no hubo posibilidad de realizar esa capacitación, y las empresas trajeron personal de otros países.
Los avances tecnológicos están abriendo un panorama insospechado, poco tiempo atrás, para la minería uruguaya. Los primeros estudios realizados en la llamada falla de Lascano parecen confirmar que en Rocha hay grandes reservas de diamantes y níquel. La ya comprobada existencia de hierro en Valentines, Florida, despierta el interés de varias empresas extranjeras, entre ellas algunas Chinas, porque con los nuevos sistemas de extracción la mina sería rentable. En Tacuarembó, por su parte, hay probadas reservas de manganeso. Están, entonces, los elementos fundamentales para impulsar la industria siderúrgica. Las arenas negras de Aguas Dulces igualmente esperan su turno. Además, hay pedidos para investigar posibles yacimientos de uranio.
La apertura al sector privado de la generación eléctrica y de la elaboración de biocombustibles comienza a ser una realidad.
Tarde o temprano, con el desarrollo portuario que se está impulsando, la industria naviera deberá crecer. Los astilleros Tsakos y la Armada ya construyen barcazas para transportar pasta de celulosa. La Hidrovía entre Nueva Palmira y Bolivia será realidad ante el aumento de los precios del petróleo.
Son todos nuevos campos que requerirán, algunos ya lo están demadando, técnicos y mano de obra especializada. Un somero repaso de los programas de la Universidad de la República y de la UTU demuestran que, sobre todo para la capacitación desde algo más de mediano nivel hacia abajo, la oferta de la enseñanza pública es insuficiente. Alegremente, entre debates estériles, se le está haciendo el campo orégano a la enseñanza privada, a la cual no todos pueden acceder.
Es posible que haya llegado la hora de pensar en la creación de nuevas universidades públicas, para abrir al pluralismo la enseñanza y la investigación oficiales, y de verdaderos institutos politécnicos que sirvan para jerarquizar y diversificar profesiones y oficios.
En este sentido, es urgente que la enseñanza publica se ponga las pilas.
Hasta la próxima.

jueves, 25 de enero de 2007

Gargano al Senado

Con el diario del lunes en la mano y los resultados a la vista, todos somos muy inteligentes y podemos criticar, con fundamento, cualquier cosa. Sin embargo, no es este el caso del fallo adverso a Uruguay de la Corte Internaconal de Justicia (CIJ) de La Haya. Porque había datos que no se explicaron suficientemente con anterioridad y que, de haber sido conocidos, hubiesen dado pie para vaticinar una sentencia contraria a los intereses del país.
En efecto, es por el texto del fallo que todos nos enteramos que Uruguay pidió medidas cautelares contra los cortes de los puentes porque ellos buscan impedir la construcción de la fábrica de Botnia. Con toda razón, la CIJ dijo que la planta sigue levantándose sin ningún impedimento y que, entonces, no cabe acceder a la demanda.
No se entiende por qué el pedido se basó en la oposición argentina a la construcción de la fábrica, y no en los perjuicios económicos -al turismo y a los transportes de personas y bienes- y en la violación a los derechos humanos que significa impedir el libre tránsito. Seguramente, con estos fundamentos, se hubiese podido aportar a la CIJ testimonios y documentación de instituciones empresariales y gremiales perjudicadas por los cortes, del transporte y del turismo, de Uruguay, Brasil, Chile y Paraguay y, quizás, hasta de Argentina.
También se sabe ahora que un internacionalista de prestigio como Edison González Lapeyre, con muchos años al servicio de la política exterior uruguaya y de la docencia en la Facultad de Derecho, había renunciado al grupo asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores en este tema por dos razones: porque no fue consultado en torno a la pertinencia de la demanda, y sólo se le comunicó que ella se presentaría, y porque en base a la habitual renuencia de la CIJ para aceptar medidas cautelares previó un resultado negativo.
En fin, el episodio de La Haya es otro caso más que muestra lo errático y contradictorio de nuestra política exterior, que parece construida a martillazos y con enojos, en lugar de ser tejida con sutileza, inteligencia y profesionalidad.
Los ejemplos en este sentido se suceden. Tras la última cumbre del Mercosur, para Reinaldo Gargano ésta fue de "mucha trascendencia", pero Tabaré Vázquez estimó que no tuvo resultados positivos. No parece que estuviéramos hablando de un presidente y de un ministro de un mismo gobierno.
Mientras escribo, se está firmando el TIFA con Estados Unidos. No entro a opinar si el tratado será positivo o negativo para Uruguay, porque ese es otro problema. Pero sí me merece una opinión adversa que el canciller exprese sus reticencias al acuerdo no concurriendo al acto. Ningún gobierno serio soporta que sus miembros caminen en direcciones opuestas y que dejen en evidencia sus discrepancias. Lo único que cabe, ante la acumulación de diferencias, es la renuncia o el cese del ministro. Porque el espectáculo que brinda la política exterior uruguaya es patético.
Hasta la próxima.

El cinturón de seguridad

Desde Barcelona y a través del correo electrónico, Gonzalo discrepa con el artículo El reino del descontrol y la impunidad, del 18 de enero. Dice Gonzalo: No comparto que se multe por no usar cinturón de seguridad, si no lo uso no hago daño a nadie (más que a mí mismo en caso de accidente grave) en cambio si voy borracho sí. Le agradezco al estado que se "preocupe" por mi seguridad, pero de eso ya me cuidaré yo.
Mucha gente piensa como Gonzalo. Lo he comprobado en estos últimos días con sólo pararme algunos minutos en varias esquinas montevideanas de diferentes barrios: más de la mitad de los conductores no usa el cinturón.
Demos por bueno, aunque es un tema muy polémico, que toda persona tiene el derecho a suicidarse. Pero no existe el derecho a matarse y perjudicar a otros o a la sociedad. Si yo choco sin llevar el cinturón corro el riesgo de salir disparado por una puerta o por el parabrisas y, por lo tanto, no tengo posibilidad de intentar dominar el vehículo y atemperar los efectos del accidente. Tampoco, casi con seguridad, tendré la oportunidad de auxiliar a mis acompañantes ni a los ocupantes de otros vehículos que hayan participado en la colisión.
Pero lo más importante es el costo social que todo esto implica. Si por no llevar el cinturón de seguridad quedo en grave estado o con lesiones importantes, será la sociedad (y por supuesto mi familia) la que pagará los gastos para mantenerme vivo y recuperarme. Hace ocho o diez años (no tengo cifras actualizadas) los costos de salud y de pensiones por incapacidad derivados de accidentes de tránsito se acercaban, en Uruguay, a US$ 90 millones anuales. Entonces, usar o no el cinturón de seguridad no es una opción personal, como considera Gonzalo, sino una cuestión de responsabilidad social. Casi como la de vacunarse contra enfermedades infecciosas.
Hay infinidad de estudios técnicos que demuestran la utilidad de esa cinta cruzada sobre el pecho y cómo ella evita la pérdida de vidas o atenúa los efectos de un accidente. Sólo es dudosa su utilidad en dos tipos de siniestros que son poco frecuentes: si se incendia el coche o si éste cae en un curso de agua. En esos casos, el nerviosismo puede dificultar que se suelte el cinturón. Pero estos accidentes son un ínfimo porcentaje del total.

lunes, 22 de enero de 2007

Un poco de optimismo

El mundo no es sólo en blanco y negro; hay muchos matices de gris. Entonces, el actual gobierno no es tan malo como dice la oposición, ni tan bueno como se afirma desde el edificio Libertad. Quizá sea como lo reflejan las diferentes visiones que tienen los propios grupos frenteamplistas. Y esto ha ocurrido toda la vida en Uruguay, con gobiernos colorados y blancos que, por las divisiones de los partidos tradicionales, se transformaban en rosados. O en sandía, como se dijo tras las elecciones de 1958, al ganar el herrerismo con el apoyo de Benito Nardone: triunfó el lema de los blancos con el respaldo simbolizado en verde de la Liga Federal de Acción Ruralista, la cual, a su vez, tenía colorados en su seno. Nada menos que a Bordaberry, por ejemplo.
Cabe, por lo tanto, rescatar aspectos positivos del primer gobierno de izquierda de Uruguay. Algunos de ellos vienen en ancas de la buena salud de la economía internacional y de profundas transformaciones que se están operando en el aparato productivo del país. En Montevideo seguramente hay mucha gente que no es consciente de los impresionantes cambios que se han producido en la ganadería y la agricultura. La primera tiene el mérito de aumentar la faena y la exportación a niveles récord porque se han modernizado los sistemas de cría y recría, a pesar de haber perdido importantes superficies en beneficio de la segunda y de la forestación. La agricultura, a su vez, se expande y crece en productividad merced a los buenos precios internacionales y a la labor de investigación que realiza el Instituto Nacional de Invetigación Agropecuaria (INIA). Un índice de los cambios que está teniendo el país lo da el siguiente dato: las exportaciones de carne llegaron en 2006 a US$ 1.000 millones, cifra récord que en dos o tres años también alcanzarán las exportaciones del sector forestal.
Estos resultados se deben, en mayor medida, al sector privado. Pero el gran mérito de este gobierno ha sido no convertir en un carnaval de gastos este período de crecimiento, y adoptar medidas para reducir el impacto de una inversión del ciclo económico que, según los expertos, se registrará tarde o temprano. Al mismo tiempo, ese prudente manejo sienta las bases para atacar problemas en los que al país le va la vida: pobreza (ha comenzado a bajar), marginación (la reducción ha sido muy escasa), educación y desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación. Son áreas en las que, salvo en educación, se ha avanzado. Aunque, a mi juicio, con demasiada prudencia y escasa audacia.
A pesar de las marchas y contramarchas en la política exterior (ésta, por momentos, parece masoquista: "más y mejor Mercosur, pero pegame que me gusta"), hay un área vital para el posicionamiento internacional del país en el que las cosas se están haciendo estupendamente. Se trata de un organismo que pocas veces se menciona y que tiene un presidente que es uno de los personajes más interesantes de este gobierno; me refiero a la Administración Nacional de Puertos y al ingeniero Fernando Puntigliano. El esfuerzo y la estrategia de este jerarca para revitalizar los puertos nacionales y convertir a Uruguay en un centro comercial y de servicios para la región aparejarán importantes núcleos de actividad, de desarrollo y de trabajo. Quizá tan significativos como el sector rural. Hay que seguir a Puntigliano, tarea fácil, pues dicen que el hombre se moviliza en bicicleta, más que en auto...
La labor del ministro José Mujica también entra en el haber del gobierno. Primero, porque es fundamental para zurcir las diferencias entre los frenteamplistas. El equipo que forma con Danilo Astori (a pesar de las discrepancias, entre ellos están condenados a entenderse y empujar para adelante) es vital para la buena marcha del gabinete. Si uno de ellos renunciase, le doy la razón a la murga: agarrate Catalina. En segundo término, desde su Ministerio Mujica aplica políticas, o busca aplicarlas, en defensa de la permanencia de la gente en el campo y del pequeño productor; también quiere estimular la diversificación de la forestación apoyando el empleo de nuevas variedades y los proyectos silvopastoriles; está preocupado por la falta de tierras en algunos sectores de la lechería y busca soluciones; respalda fervorosamente la investigación científica y el INIA, que desde su fundación ha sido muy activo e importante, hoy tiene un dinamismo mucho mayor, sorprendente para este país; finalmente, Mujica avanza en la descentralización del funcionamiento del Ministerio, con lo que se servirá mejor a los productores, al tiempo que se aplicará un fuerte golpe a la pesada estructura burocrática de esa cartera, que parece estar formada por feudos que trancan todo.
En definitiva, hay cosas muy importantes para el futuro del país que se están haciendo bien. Habría que avisarle a Larrañaga y a Sanguinetti. Sin perjuicio de mantener los ojos atentos para señalar errores y desviaciones.
Hasta la próxima.

viernes, 19 de enero de 2007

Año clave con gobierno contradictorio

Estamos en un año clave y tenemos un gobierno contradictorio. El año será clave porque las reformas que no se aprueben antes de diciembre, o los temas importantes que no se resuelvan en estos meses, difícilmente se concretarán en el resto del período gubernamental. Lamentablemente, así es la política uruguaya: en la larguísima recta final de un gobierno, dos años, casi nunca se puede abordar temas trascendentes. Y por delante están la reforma educativa, la sanitaria, la del Estado y la de las Fuerzas Armadas, entre otras.
A su vez, el gobierno es contradictorio porque la fuerza política que lo respalda también lo es. Ya son muchos los pasos adelante seguidos de varios para atrás, al igual que los anuncios que se rectifican y dan pasto a la oposición.
Si el gobierno quiere avanzar en sus planes, seguramente se le abrirán varios frentes. Todos ellos originados en los intereses sectoriales que habrá que tocar, cuando no atacar. Los gremios de la enseñanza, los de la salud (sobre todo los de los médicos) y los funcionarios públicos protestarán abiertamente. Los militares presionarán con discreción si los cambios no les gustan.
En definitiva, será, como decía el finado Saddam Hussein en 1991, "la madre de todas las batallas": la batalla contra el corporativismo que está quebrando, fraccionando y casi inmovilizando al país. Dicho sea de paso, un corporativismo que fue alentado por el Frente Amplio, en su búsqueda del poder, cuando era oposición. Quizá nunca pensó que se le volvería en su contra. En el pecado está la penitencia.
Los corporativismos deberían comprender que el país es un solo barco, y que éste sólo puede navegar, transportando a todos los uruguayos, en una única dirección. Todos tendrán que ceder algo en sus intereses particulares, en beneficio del interés general, para que la navegación sea serena y segura.
El gobierno, a su vez, debería recordar que nuestro sistema político es la democracia representativa y que tiene obligaciones indelegables. Así que ya basta de consultar (esto sólo debería hacerse en las comisiones del Parlamento y, cuando todos los interesados han dado su opinión, se decide), crear grupos de trabajo y encargar diagnósticos de cosas que ya están más que diagnosticadas. Y al que no le guste que se aguante, que de una vez se aprueben las reformas, y si hay que ejercer el poder coactivo del Estado contra los corporativismos, que se ejerza. El juicio de la ciudadanía al respecto ya será dictado en 2009. Así funciona una democracia representativa que se precie de tal. Las urgencias son muy grandes y no cabe vivir en estado de asamblea.
A pesar de lo anterior, hay que decir que el país está teniendo muy importantes y positivas transformaciones. La mayoría de ellas silenciosas e impulsadas por el propio gobierno o por el sector privado. Será el tema del próximo artículo.
Hasta la próxima.

jueves, 18 de enero de 2007

El reino del descontrol y la impunidad

Antes de las fiestas, las autoridades anunciaron estrictos controles en torno al cumplimiento de las normas de tránsito, con especial énfasis respecto a los conductores alcoholizados. Con razón, pues Uruguay, con relación al número de habitantes y a la cantidad de vehículos existentes, es uno de los países del mundo que tiene los mayores índices de accidentes y de mortalidad en calles y rutas. Y este tipo de siniestro es la principal causa de muerte entre los jóvenes.
El viernes 22 de diciembre, desde las 2 de la tarde en adelante, o sea cuando finalizan las despedidas en el Mercado del Puerto, restaurantes y bares, recorrí en casi toda su extensión avenida Italia, Propios, Garzón y la rambla. El sábado 23 hice lo mismo, y a la 1 y 30 de la madrugada del 25 volví de Nuevo París, donde pasé la Noche Buena, a mi casa, en el límite de la Unión y el Buceo. Lo hice por Garzón, Propios, avenida Italia y Comercio.
El viernes 29 y el sábado 30 reiteré los recorridos, agregándoles pasajes por Colonia, 18 de Julio y 8 de Octubre, aunque al nuevo año sí lo esperé en mi domicilio.
En las decenas de kilómetros que anduve por importantes vías de Montevideo, en horas de intenso movimiento, no vi un solo inspector de la Intendencia, ni un solo miembro de la Policía de Tránsito que, dicen, ha vuelto a salir a las calles con intenciones de multar. ¿Dónde quedaron los controles prometidos?
El martes 16 de enero, a las 10 de la mañana, estuve algunos minutos esperando un ómnibus en la esquina de Minnesota y Rodríguez Castelao. Conté, por la primera de esas calles, catorce conductores (todos hombres) sin el obligatorio cinturón de seguridad, y nueve que sí lo llevaban. Dejo constancia que no me fijé en taxis ni camiones, cuyos conductores rara vez se colocan el cinturón.
Al día siguiente, a la misma hora y en la misma esquina, el ómnibus tardó más de lo habitual. Quizás por eso, pude contar más autos: 32 choferes (otra vez todos hombres) sin cinturón y 18 que cumplían con la norma. Entre los primeros, uno iba hablando por el celular y otro tomaba mate. Es decir, si la matemática no me falla, el 58,69% de los que conducían un vehículo, y que yo pude ver, estaba en infracción.
Así funciona el tránsito de Montevideo: entre la falta absoluta de controles, aunque se diga lo contrario, y la violación del reglamento respectivo por un muy alto porcentaje de conductores.
En pocos días más vencerá el plazo para pagar la patente de rodados. Entonces sí, Montevideo se llenará de "zorros grises".
Hasta la próxima

lunes, 15 de enero de 2007

El conflicto de Medio Oriente se latinoamericaniza

Los más grandes y más ricos del Mercosur no entienden la esencia de la integración, o no quieren entenderla. Cuando días atrás Danilo Astori y Reinaldo Gargano criticaron a Argentina y Brasil por decidir casi todos los temas sin consultar a los socios menores, la respuesta fue un acuerdo que estableció un sistema de pagos para el comecio entre ambos países que deja de lado el dólar. A Paraguay y Uruguay no se los consultó ni siquiera por cortesía.
En este juego de decisiones bi o unilaterales, absolutamente ajenas al espíritu integracionista, le tocó mover al nuevo miembro del bloque: Venezuela. El gobierno de Hugo Chávez es, sin duda, el que más entusiasmo pone en darle al Mercosur un contenido político que implica un creciente enfrentamiento con Estados Unidos. Pero en este plano ha adoptado, unilateralmente y sin consulta, una decisión que compromete a todo el bloque: tejer una alianza estratégica -política, económica y cultural- con Irán. Chávez dio un paso más al oficiar de intermediario y presentador entre Mahmud Ahmadineyad, presidente del país asiático, y los nuevos gobiernos de Nicargaua y Ecuador.
Que quede claro: no es el momento de abrir juicio en torno al presidente iraní y su república islámica. Aunque Ahmadineyad y su gobierno no fuesen internacionalmente controvertidos, aunque no formasen parte del "eje del mal" inventado por Bush, aunque no estuviesen implicados en la explosiva situación de Medio Oriente, igualmente Chávez debió consultar a sus socios. Se trata de una cuestión de formas, de respeto a los compañeros de ruta, sobre todo si se piensa que Chávez es de los que creen que el Mercosur debe ser un proyecto político, y no sólo un instrumento comercial. Y ese proyecto, si se acepta, debe ser hecho entre todos y no desde una oficina en Caracas.
Lo quiera o no el presidente de Venezuela, su actitud conlleva el grave riesgo de traer a América Latina el conflicto de Oriente Medio. Y lo que es peor, ese conflicto llegaría a través de la asociación con un país que no sólo está en la mira de Estados Unidos, sino también en las de la Unión Europea, Rusia y China, como lo demostró una reciente y unánime resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Irán nos sirve comercialmente (los arroceros uruguayos de esto saben bastante), pero los lazos políticos con su régimen son otra cosa y pueden tener graves consecuencias. Consecuencias que van bastante más allá del enojo que pueda sentir George W. Bush.
Hasta la próxima.

¡Qué lástima el INAU!

El INAU hace bien en controlar si ese desagradable personaje que es el peluquero Roberto Giordano hace o no trabajar a menores en sus desfiles. Qué lástima que un procedimiento que debería ser de rutina se transforme en algo mediático que desvela a periodistas y medios para los cuales la tilinguería es noticia.
Qué lástima que para el INAU no sea rutina controlar qué pasa en los boliches de la Barra de Maldonado, principalmente, y en otros de la costa, donde los menores consumen alcohol, drogas y revientan las madrugadas con desbordes de todo tipo.
Qué lástima que para el INAU no sea rutina controlar a los niños que duermen en las calles o trabajan lavando parabrisas, haciendo malabarismos en las esquinas de Montevideo o mendigando.
Qué lástima que para el INAU no sea rutina controlar a los niños que no van a la escuela.
Qué lástima que para el INAU no sea rutina controlar a los padres de los niños de la calle.
Qué lástima que el INAU de un gobierno de izquierda arme tanta alharaca en defensa de los derechos de unas niñas de familias que pueden veranear en Punta del Este, pero en cambio apenas se le vea cuando se trata de defender los derechos de los menores indigentes.
Qué lástima que el INAU tenga las prioridades que parece tener.
¡Qué lástima!
Hasta la próxima

viernes, 12 de enero de 2007

George W. Bush (II)

En enero de 2001, cuando George W. Bush asumió la Presidencia de Estados Unidos, cambiaron las reglas de juego en la democracia formal. En las dictaduras latinoamericanas era habitual que las patotas gubernamentales usufructuasen el poder en beneficio propio y de sus allegados. Los Trujillo, los Somoza, los Batista y los Stroessner hicieron de sus respectivos estados una hacienda propia, controlando grandes empresas y recursos naturales. Gobernaban favoreciendo sus intereses particulares.
En las democracias, en cambio, cuando hay corruptos, éstos deben disimular y ocultar las acciones que les sirven para sacar indebidas tajadas. Porque tarde o temprano necesitarán los votos de la gente y porque existen organismos de contralor que pueden descubrirlos y sancionarlos. En Estados Unidos, particularmente, casi todos los gobiernos han beneficiado y defendido (incluso con intervenciones militares en el exterior) a sus grandes multinacionales. Pero esta actitud, obviamente imperialista, obedecía a una concepción de grandeza y de destino hegemónico que tenían acerca de su propio país. En ella no se mezclaban los intereses particulares, o al menos así lo parecía.
Con Bush estas ideas cambiaron su naturaleza, y el imperio de una nación sobre gran parte del mundo se transformó en el imperio de una banda empresarial. Al gobierno de Estados Unidos, en 2001, llegaron, sin intermediarios, las cúpulas de las industrias armamentista, petrolera, farmacéutica, automotriz, alimentaria y de otras de gran valor estratégico y económico. Comprobar cómo han usado el poder en beneficio personal y de sus empresas, sin ningún pudor, sin tapujos, sin siquiera intentar la apariencia de honestidad, es un cambio sustancial en las reglas del juego político que provoca una mezcla de profundo asco e indignación. Porque por esos intereses, que en principio parecen coincidir con los imperiales tradicionales, se destroza el derecho internacional, se miente, se engaña a la población, se va a la guerra y se causan decenas de miles de víctimas.
El gobierno de Bush constituye el caso más flagrante de confusión entre los intereses del Estado, por un lado, y los personales y empresariales, por otro. La composición de esa administración, sobre todo en su arranque, es la prueba más contundente de la afirmación anterior. El equipo gubernamental aposentado en Washington conforma una espesa trama de empresarios enlazada a las actividades vitales del país, tanto en el plano interno como en el internacional. Casi no hay sector lucrativo y estratégico que escape a su control e influencia. Seguramente el presidente y sus secretarios (ministros) son amigos, pero también son cómplices. Y si el Congreso y la justicia investigasen, cada uno de ellos, en lugar de currículum, tendría un prontuario. Los tradicionales grupos de presión (lobby) que actúan ante la Casa Blanca ya no tienen razón de ser, porque forman parte del gobierno. Son el gobierno. Desde el jefe del Estado hasta el último de sus ministros, pasando por decenas de funcionarios de primera línea. Y en torno a la mesa ministerial se sientan miles de millones de dólares.
Con la doctrina neoconservadora quieren conformar el mundo de acuerdo a sus intereses particulares. Creyeron que lo harían en un abrir y cerrar de ojos. Pero la empresa, por suerte, les está resultando mucho más difícil de lo que imaginaron.
Hasta la próxima.

jueves, 11 de enero de 2007

George W. Bush

Esto, lamentablemente, todavía no es un obituario: el hombre sigue vivito, coleando y haciendo daño. Aunque ha decidido morir con los ojos abiertos. Todos los informes, incluso los encargados por él a gente de su confianza, indican que la infame guerra de Irak está perdida y que es el nuevo Vietnam estadounidense. Pero él, tozudo, decidió enviar al convulso país asiático 21.000 soldados más.
Petroleros él y su secretaria de Estado (la señorita Arroz, como dijo Jorge Batlle), con varios de sus ministros vinculados estrechamente a la industria de los armamentos y con su vicepresidente, Dick Cheney, propietario de empresas que reciben jugosos contratos en el mismo Irak, se resiste a entender que sus planes originarios son, cada vez más, de imposible cumplimiento. Como no lo entiende, seguirán muriendo soldados invasores (sólo de EstadosUnidos ya van más de 3.000) y las violentas facciones iraquíes continuarán su guerra civil. Todo esto, a pesar de la derrota electoral de noviembre y de los juicios adversos a la gestión republicana que revelan las encuestas.
El plan originario era controlar Irak y sus reservas de petróleo, en coordinación con la ocupación de Afganistán, por donde se proyectó que pasaran oleoductos que sacarían las inmensas riquezas en hidrocarburos de los países ex soviéticos del Cáucaso.
El resultado está a la vista: allí Estados Unidos no controla nada, Afganistán e Irak son dos infiernos, el fundamentalismo terrorista islámico goza de buena salud, el precio del petróleo se fue por las nubes y el derecho internacional quedó hecho trizas.
Algún día (ojo sensores de Internet, no estoy planificando ni proponiendo un atentado contra el presidente estadounidense, nada más lejos de mi forma de pensar respecto a la solución de los problemas políticos), los periodistas tendremos la alegría de escribir el obituario de George W. Bush.
Hasta la próxima.

miércoles, 10 de enero de 2007

El lujo de la miseria

PLUNA le ha costado al país, o sea a nosotros, decenas de millones de dólares en los últimos años. Pero todos los gobiernos han considerado "estratégico" que Uruguay tenga una aerolínea de bandera, a pesar de que en casi todo el resto del mundo esto ya no se considera importante. No lo es desde el punto de vista político, y menos del económico, pues el negocio aeronáutico tiene periódicas fluctuaciones, con fuertes pérdidas. La mayoría de los estados ha preferido dedicar el dinero a otros rubros, en lugar de cubrir los déficits de las compañías aéreas.
Ahora, y a contrapelo de lo que ocurre en casi todo el mundo, se anuncia que un fondo de inversiones capitalizará (con US$ 177 millones) y gestionará PLUNA. El Estado mantendrá una participación del entorno del 25%. Para integrar la parte oficial se ha decidido vender al estatal Argentino Hotel de Piriápolis, valorado en US$ 9 millones. Así, una ínfima parte de la población uruguaya podrá continuar volando en aviones con su bandera pintada en la cola y/o el exterior de la cabina.
Es el lujo de la miseria, sobre todo si se advierte que entre los principales problemas que tiene el país figuran la marginación de importantes capas de la población, la mitad de los niños naciendo bajo los límites de la pobreza y el deterioro del sistema educativo público. Si el estado quiere dejar de ser propietario de hoteles, perfecto. Pero que cuando los venda destine el dinero a los problemas urgentes e importantes, y no a negocios más que vidriosos.
Por otro lado, tras el anuncio surgen algunas dudas:
- ¿Cómo, con US$ 177 millones más lo que aporten privados uruguayos y el Estado, se podrán comprar los 20 aviones prometidos?
-¿Qué antecedentes tiene el consorcio en el negocio aeronáutico?
-¿Quiénes lo integran?
Por ahora, a la transacción le falta transparencia; no se conoce información que todo el país, y por supuesto el Parlamento, debería conocer.
Hasta la próxima

martes, 9 de enero de 2007

¿Esnobismo? ¿Tilinguería? ¿Imbecilidad?

Entro a un shopping (ya la palabra me rechina) y me abruman los carteles pegados en las vidrieras: sale, 30% 0ff. Un aviso en la televisión promociona aparatos de aire acondicionado y servicios de posventa all inclusive. Algunos periodistas de economía parece que no pueden informar del tema sin usar palabras como marketing, merchandise o cash. El respeto por sus lectores que no sepan inglés, bien gracias...
Ya va siendo hora de que el Ministerio de Educación y Cultura, o la autoridad que corresponda, nos recuerde que nuestro idioma oficial es el español o castellano. Un idioma riquísimo, que sólo cede terreno en temas científicos y tecnológicos por la simple razón que los angloparlantes investigan, descubren e inventan más que los hispanohablantes. Para todo lo restante, el español se basta, se sobra y saca amplia ventaja. Sobre todo ante el inglés, un idioma verdaderamente pobre.
No se trata de conculcar el derecho a la libre expresión (que cada cual hable o escriba como quiera), pero sí de defender institucionalmente lo nuestro, nuestra cultura. Tampoco de luchar contra la particular versión del castellano ripolatense, como ridículamente pretendieron las dictaduras de ambas orillas. Pero las autoridades deberían negociar el problema con agencias de publicidad y medios de comunicación, recordándoles su responsabilidad en la defensa de nuestro idioma.
Es aceptable, obviamente, que los comercios de un país turístico ofrezcan las mercaderías en sus vidrieras en varios idiomas. Aunque, antes que nada y con mayor destaque, en español.
A los esnobistas, tilingos e imbéciles que en sus escritos se sienten obligados a intercalar voces extranjeras, les propongo un ejercicio: que comprueben, en un buen diccionario inglés, si realmente las palabras que usan tienen el sentido que pretenden darle.
Hasta la próxima, good-bye.

lunes, 8 de enero de 2007

Dudar y terminar con los corporativismos

La capacidad de dudar y la de asombrarse son algunos de los motores que mueven el mundo. En Uruguay, lamentablemente, vivimos de las certezas. Y así nos va. En casi todos los planos de la vida nos cuesta cambiar. Aunque el mundo a nuestro alrededor cambie, seguimos aferrados a concepciones e ideas que obstaculizan las transformaciones que precisa el país. Y esto se da en la gente de derecha y en la de izquierda. En el primer grupo, por razones obvias. En el segundo, porque dominan los corporativismos y estrechos y perimidos esquemas. Esto ya lo sabe bien el primer gobierno de izquierda, que ha sufrido una conflictividad sindical impensable en 2004. Y eso que ha habido recuperación salarial, crecimiento del empleo y se aprobó el fuero sindical, con medidas que equilibraron una balanza que durante años estuvo a favor de las patronales.
Por ejemplo, en el Sindicato Médico del Uruguay domina la izquierda. Pero muchos médicos izquierdistas son, a la vez, empresarios. Entonces, no quieren que se les controle las horas que trabajan en Salud Pública y ponen trabas a la creación de un sistema nacional de salud, tal como está previsto en el programa del Frente Amplio.
En casi todo el mundo las nuevas tecnologías permiten tener Internet con una velocidad de un mega o más, televisión para abonados y telefonía, todo junto, a precios que oscilan entre 20 y 40 dólares. La tecnología hizo trizas los monopolios en las telecomunicaciones. Pero ANTEL y su sindicato aún no se enteraron y aquí pagamos todo por separado con tarifas muy altas.
El gobierno se propone que todos los niños tengan su computadora, en algo que en la educación podría ser una revolución similar a la vareliana, pero el gremio de los maestros comienza a oponerse con argumentos incomprensibles.
Algunos sectores industriales tienen capacidad para generar electricidad, pero, según se ha denunciado, los gerentes de UTE inventan una traba tras otra para impedir que se produzca esa energía y apenas se hace un llamado para comprar ridículas cantidades, que no son acordes con la crisis que sufre Uruguay en esta materia.
Algo similar pasaría en ANCAP ante la posibilidad de traer gas licuado en barco, con los escollos para permitir que los vehículos usen este combustible más barato y menos contaminante y para que se autorice la importación libre de combustibles a precios mucho más reducidos. Mientras tanto, seguimos esperando que Chávez nos reforme y amplíe la refinería.
En ambos entes, los gerentes y los sindicatos, de izquierda, no quieren perder sus cuotitas de poder.
No quiero pensar qué va a pasar con la anunciada reforma del Estado. El portero que gana 20.000 pesos ¿aceptará que su sueldo se congele por algún tiempo para que los maestros, profesores y policías puedan ser dignamente remunerados? ¿Y los funcionarios del Palacio Legislativo? No dudo que el portero necesita los 20.000 pesos. ¿Pero podemos dejar al otro grupo con sueldos de hambre? ¿A los que educan a nuestros hijos y a los que, al menos en teoría, nos protegen? ¿Dónde está la solidaridad que pregonan muchos que se definen como izquierdistas?
La lista de ejemplos de paralizante e insolidario corporativismo sería muy larga. Que la derecha siga con sus viejos esquemas no debe extrañar a nadie. Pero que la izquierda uruguaya sea uno de los principales bastiones del conservadurismo, es para desesperarse.
Este blog pretende ser una herramienta para romper esquemas paralizantes, impulsar a que la cabeza funcione con libertad y sin prejuicios, para combatir los corporativismos que perjudican a toda la sociedad y para poner todo en duda. Porque en un mundo que va a velocidad vertiginosa, todo tiene que ser puesto entre paréntesis. Para ver lo bueno y lo malo y, en consecuencia, adaptar los primero a nuestras necesidades y rechazar lo segundo. En definitiva, para poner todo en tela de juicio, desde la globalización hasta los localismos xenófobos o de cortas miras; desde la insolidaridad estructural de los corporativismos, hasta las tonterías que se plantean como si fuesen dogmas religiosos. Creo que vale la pena emprender esta tarea.
Hasta la próxima