viernes, 19 de enero de 2007

Año clave con gobierno contradictorio

Estamos en un año clave y tenemos un gobierno contradictorio. El año será clave porque las reformas que no se aprueben antes de diciembre, o los temas importantes que no se resuelvan en estos meses, difícilmente se concretarán en el resto del período gubernamental. Lamentablemente, así es la política uruguaya: en la larguísima recta final de un gobierno, dos años, casi nunca se puede abordar temas trascendentes. Y por delante están la reforma educativa, la sanitaria, la del Estado y la de las Fuerzas Armadas, entre otras.
A su vez, el gobierno es contradictorio porque la fuerza política que lo respalda también lo es. Ya son muchos los pasos adelante seguidos de varios para atrás, al igual que los anuncios que se rectifican y dan pasto a la oposición.
Si el gobierno quiere avanzar en sus planes, seguramente se le abrirán varios frentes. Todos ellos originados en los intereses sectoriales que habrá que tocar, cuando no atacar. Los gremios de la enseñanza, los de la salud (sobre todo los de los médicos) y los funcionarios públicos protestarán abiertamente. Los militares presionarán con discreción si los cambios no les gustan.
En definitiva, será, como decía el finado Saddam Hussein en 1991, "la madre de todas las batallas": la batalla contra el corporativismo que está quebrando, fraccionando y casi inmovilizando al país. Dicho sea de paso, un corporativismo que fue alentado por el Frente Amplio, en su búsqueda del poder, cuando era oposición. Quizá nunca pensó que se le volvería en su contra. En el pecado está la penitencia.
Los corporativismos deberían comprender que el país es un solo barco, y que éste sólo puede navegar, transportando a todos los uruguayos, en una única dirección. Todos tendrán que ceder algo en sus intereses particulares, en beneficio del interés general, para que la navegación sea serena y segura.
El gobierno, a su vez, debería recordar que nuestro sistema político es la democracia representativa y que tiene obligaciones indelegables. Así que ya basta de consultar (esto sólo debería hacerse en las comisiones del Parlamento y, cuando todos los interesados han dado su opinión, se decide), crear grupos de trabajo y encargar diagnósticos de cosas que ya están más que diagnosticadas. Y al que no le guste que se aguante, que de una vez se aprueben las reformas, y si hay que ejercer el poder coactivo del Estado contra los corporativismos, que se ejerza. El juicio de la ciudadanía al respecto ya será dictado en 2009. Así funciona una democracia representativa que se precie de tal. Las urgencias son muy grandes y no cabe vivir en estado de asamblea.
A pesar de lo anterior, hay que decir que el país está teniendo muy importantes y positivas transformaciones. La mayoría de ellas silenciosas e impulsadas por el propio gobierno o por el sector privado. Será el tema del próximo artículo.
Hasta la próxima.

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