Saber y comprender por qué George W. Bush decidió visitar Uruguay puede ser un excelente ejercicio de política-ficción, capaz de poner a prueba la sagacidad de todos los analistas políticos. Que haya resuelto venir como respuesta a la invitación protocolar y de estilo que le formuló Tabaré Vázquez cuando estuvo en Washington, en mayo pasado, no lo cree nadie. Por otro lado, importa saber qué piensa nuestro presidente, porque es obvio que si no juzgase conveniente la visita la habría evitado a través de discretos canales diplomáticos, o con la diplomacia de hacha y fierro que suele gastar el canciller Gargano.
Vamos a ensayar algunas hipótesis.
1) Bush quiere meter una cuña en el Mercosur y complicarlo más de lo que está. Aunque le gustaría, eso no es probable en estos momentos. A Estados Unidos, ahora, no le conviene que Brasil se enoje. El gobierno de Lula ya empezó a emitir señales de que quiere acuerdos comerciales con la potencia del norte (a pesar de que, al menos de palabra, no acepta que Uruguay los concrete), y al mismo tiempo empezó a negociar con Washington una alianza para coordinar la producción de biocombustibles, una de las actividades prioritarias y estratégicas en los planes de ambos países.
2) Bush busca alianzas para frenar o aislar a la Venezuela de Chávez. Tampoco es muy factible esta idea. Si así fuese, también iría a Brasil, donde Lula está cada día más molesto con el líder caribeño, y a Paraguay, país gobernado por el moderado Nicanor Duarte. Pero no, Mr. Danger, como lo llama Chávez, no vendrá en gira por estos países, sino que sólo llegará a Uruguay, o apenas extendería su viaje a Chile. ¿Qué poder tiene Uruguay para frenar a Chávez? Claro, en la mentalidad de Bush quizás esto sea posible.
3) Si también va a Chile, podría pensarse que intenta fortalecer una eventual alianza entre esa nación y Uruguay, como lo pretenden varios gobernantes locales, con el ministro Astori a la cabeza. Con su conocida simpleza política, podría aspirar a aplicar aquello de divide y vencerás. Si fuese esto, Bush confirmaría que de América Latina y de diplomacia no entiende nada. Porque es innecesario destacar que su presencia en Uruguay y Chile creará serios problemas en la interna de ambos gobiernos de izquierda. Ese posible propósito puede intentarlo por las vías diplomáticas, sin viajar y sin provocar las manifestaciones contrarias a su persona y a su política que, sin duda, se originarán. Y Vázquez y Bachelet, por otra parte, le harían ver las inconveniencias del viaje.
4) ¿Una visita con olor a petróleo y gas? Sería una muestra de inteligente previsión por parte de petroleros como Bush y su secretaria de Estado, Condoleezza Rice. Porque justo en estos días Uruguay comienza a explorar su plataforma marítima, donde -según anunció Vázquez el año pasado- hay un gran yacimiento de gas. Y donde hay gas, por lo general hay petróleo. ¿Por anteriores estudios o por sofisticadas técnicas de espionaje satelital sabe Bush que tenemos buenas reservas de hidrocarburos? ¿Quiere acuerdos de abastecimiento ya, obviamente a través de empresas estadounidenses, a pesar de que pueden pasar varios años antes de que se extraiga el primer metro cúbico de gas y el primer barril de petróleo? Hombre previsor vale por dos, lo cual en este caso es espantoso, porque si un solo Bush ya es insoportable, dos serían algo de terror...
5) Viene para promover el Tratado de Libre Comercio entre ambos países. Es lo menos creíble, estando tan frescas las resistencias y dudas que el modesto TIFA provocó en el partido de gobierno. Vázquez no lo consentiría, no porque esté en desacuerdo, sino por el lío que se le armaría con el Frente Amplio.
6) Llega a Uruguay por una misteriosa razón que nadie, aún, es capaz de imaginar.
Quizás las cosas sean más simples, y George W. sólo quiere confirmar, por sí mismo, lo emocionante que es pescar dorados en la represa de Palmar, tal como se lo contó Tabaré en su visita de mayo a Washington. Los medios deberían destacar periodistas a Palmar para que investiguen si no hay buzos de la Armada practicando el enganche de dorados en los anzuelos de pescadores situados en la costa o en embarcaciones algo alejadas. Como hacían los adulones de Franco cuando éste iba a pescar.
Hasta la próxima.
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