En el corto y mediano plazo Uruguay tiene varios y graves problemas para resolver: marginación, pobreza, cantidad y calidad del empleo, la caída de todos los niveles educativos, desarrollo de la investigación científica y de la innovación y el papel de las Fuerzas Armadas, entre los principales y más urgentes.
Pero hay uno tan grave como los anteriores, al que se le presta poca atención y que, incluso, pone en peligro nuestra identidad nacional y la independencia del propio país: el demográfico. Somos un país vacío, con unas ridículas tasas de natalidad y de crecimiento poblacional, con el agravante de que más de la mitad de los pocos niños que nacen lo hacen en medios sociales que no satisfacen sus necesidades básicas. O sea, reproducimos la pobreza y la indigencia.
La historia demuestra, sobre todo la de Europa desde épocas prehistóricas, que a los espacios vacíos, a la corta o a la larga, alguien los ocupa. Hace unos años, el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil dio el primer toque de atención, cuando sus campamentos se instalaron en varios puntos de la frontera y algunos de sus dirigentes hablaron de ocupar campos de este lado. Por eso, no es exagerado decir que peligra la propia identidad e independencia del país, pues los pobres del mundo se vuelcan en oleadas donde creen que pueden mejorar sus condiciones de vida. Además, tenemos un territorio casi todo apto para producir alimentos y con grandes reservas de agua. En definitiva, un espacio muy apetecible, con una superficie en la que en otros lados del mundo vive, y bien, diez, quince o veinte veces más población que la nuestra.
Lo anterior viene a cuento no sólo por ser un problema real, sino porque ya se sienten las consecuencias. Son varios los sectores que no encuentran mano de obra calificada, por lo que hay planes productivos que no se desarrollan o, simplemente, lo hacen con extrema lentitud: el forestal, el metalúrgico y el de la construcción es en los que se sufre más el problema. La inmigración y programas educativos que no tienen en cuenta la cambiante realidad figuran entre las causas de esta situación que está frenando un mayor crecimiento económico y social.
Creo que sobre estos temas es impriscindible iniciar un gran debate nacional y aportar soluciones. Trataré de tirar algunas ideas en futuras notas.
Hasta la próxima.
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