Dicen que quien se quemó con leche llora cuando la ve. Hoy tuve motivos para acordarme del dicho. Iba en un ómnibus de la línea 370, sentado del lado del pasillo, cuando a un hombre que acababa de subir se le cayó una moneda que le había devuelto el guarda. Se agachó para recogerla, pero debajo del brazo izquierdo llevaba un termo que, con la inclinación, desparramó agua caliente sobre mi hombro. Era temprano, estaba fresquito y yo iba de campera, por lo que el incidente no tuvo mayores consecuencias. Meses atrás, sin embargo, en la misma línea de transporte, una joven cebaba un mate cuando una frenada brusca desvió el chorro de agua caliente hacia el brazo de una niña de cinco o seis años, que iba sentada a su lado. La quemadura no fue grave, aunque el llanto duró varios minutos. El guarda se levantó y le advirtió a la joven que estaba prohibido tomar mate en el ómnibus.
Ahora bien, si está prohibido ¿por qué muchos matean durante el viaje? ¿Por qué los guardas lo permiten? En ómnibus o en auto, el mate es un peligro para quien lo toma y para los pasajeros. En 1985, con la democracia recién recuperada, el diputado blanco Carlos Rossi viajaba por rutas de Canelones, sentado en la parte de atrás de un auto y tomando mate. El vehículo patinó, el conductor no pudo dominarlo, volcó y la bombilla atravesó el paladar de Rossi y se le incrustó en el cerebro. No haría falta decir que murió, pero conviene confirmárselo a quienes no conozcan o no recuerden el episodio. Conozco otros casos de accidentes o de frenadas que provocaron las roturas de los termos y quemaduras a los ocupantes de los autos; en uno de esos insucesos una amiga sufrió graves quemaduras y estuvo al borde de la muerte; sobrevivió, pero quedó con el rostro totalmente desfigurado.
Es habitual que en este país no se cumplan leyes, decretos y ordenanzas que se votan para recordar cosas que son de sentido común. Aun así, se violan. Lo que agrava esas violaciones es que nadie controla nada, ni nadie sanciona a los infractores. La mayor preocupación de los inspectores municipales es verificar si los automovilistas han pagado la patente. De cumplir una tarea educativa o de sancionar, ni hablar. Por eso se producen choques en esquinas con semáforos, muchos arriesgan su vida y las de los demás hablando por el celular mientras conducen, otros manejan alcoholizados y no pocos agarran la rambla, Propios o avenida Italia como pistas de carrera.
Pero volvamos al mate. En cualquier momento ocurrirá una desgracia irreparable, porque las condiciones están dadas. En este tema el control corresponde a choferes y guardas, y las empresas de transporte deberían recordárselo a sus trabajadores. No sólo para que se prohíban que se tome mate en los ómnibus, sino también para que impidan que se suba a ellos con el mate y el termo a la vista. Éstos deben ir en la matera o en un bolso adecuado, cosa de evitar que constituyan un peligro.
Por cierto, no voy a llorar cuando vea agua caliente. Por el contrario, seguiré tomando mate, pero nunca en un vehículo.
Hasta la próxima.
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