Los corporativismos se ensoberbecen a medida que el gobierno quiere avanzar en su programa de reformas y adoptan prácticas que cada vez se acercan más a las de los piqueteros argentinos. Los ámbitos de negociación se difuminan, o no se respetan, y la intolerancia y la violencia son día a día más frecuentes.
En este plano, fue brillante la parada de carro que Tabaré Vázquez le hizo a la gente de COFE, que fue con sus reclamos a Vergara. Encaró a los manifestantes llegados de Montevideo, y palabra más, palabra menos, les dijo: "Estamos aquí para oír los planteos de los habitantes de Vergara, que no tienen muchos ámbitos para expresarse. Ustedes sí los tienen, hablamos después en Montevideo, porque ahora lo que corresponde es escuchar a la gente de Vegara".
Al ir a esa localidad de Treinta y Tres, los muchachos de COFE estuvieron más desubicados que Adán en el día de la madre. Pero quedaron mucho más en el aire con la parada de carro del presidente, y se tuvieron que volver con el rabo entre las patas.
Pocas horas después, en Montevideo, una horda (¿cómo más se la puede calificar?) de ADEOM irrumpió ruidosamente en la reunión del gabinete municipal. ¿Para qué pedir una reunión para tratar sus inquietudes? Les pareció mejor método usar el factor sorpresa y ejercer una presión muy cercana a la violencia.
¿Qué pretende ADEOM? Que la Intendencia presupueste, o sea, que transforme en empleados públicos, a un grupo de personas que fue contratada en forma temporal. Esos trabajadores sabían cuáles eran las reglas del juego, y las aceptaron. Situaciones similares se dan todos los días en el sector privado, y los trabajadores a los que se les vence el contrato saben que su continuidad depende de las necesidades o de la voluntad del empleador. Ellos no tienen sindicatos violentos que pretendan cambiar lo que se acordó al comienzo de la relación laboral.
Algo peor ocurre en ANTEL con los guardahilos, que eran empleados de una empresa privada que terminó su relación contractual con el ente. Digo peor porque esos trabajadores nunca tuvieron un vínculo laboral con el organismo estatal y nunca fueron empleados públicos. Ni siquiera por un minuto, puesto que ellos dependían de una empresa privada que había contratado con ANTEL. Pero SUTEL quiere que se sumen al ejército de los funcionarios.
Estos hechos demuetran las dificultades que encontrará el gobierno en su mentada reforma del Estado. Será una pulseada digna de ver. Por el país, es de desear que los corporativismos, que sólo atienden a su interés particular, sean derrotados. De lo contrario, seguiremos soportando un Estado burocrático, caro e ineficiente.
Hasta la próxima.
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